Asì, como ayer vimos algùn aspecto del envejecer del lobo hombre, no serìa justo dejar de mencionar su contrapartida femenina.
Las lobas, algunas, cuando envejecen, casi invariablemente ganan peso. Èsto forma parte de los muchos acaeceres de las hembras, algunos relacionados con sus hormonas, la ausencia y sus manifestaciones.
Como hacen algunos machos y las posturas, de las que hicimos menciòn, el deambular de la hembra, no siempre pero sì a veces, se acompaña con un anadeo caracterìstico. Un andar que muchas veces excede el simple pendular, o balanceo hacia los lados, soportando el peso que se asienta sobre las caderas y rodillas.
Otras lobas al envejecer, comienzan a mirar su cueva vacìa, sus camadas invisibles de antiguos cachorros que han salido al mundo para hacer su vida. Entonces, a veces, comienzan a anidar de nuevo. Anidan en el pasado, advirtièndose que se refugian màs en el pasado que en otros tiempos de verbo. Una y otra vez recrean en sus mentes recuerdos de èpocas idas.
Renuncian progresivamente a vivir sus presentes. Albergan la idea que tienen un futuro diferente al de las jòvenes lobas y lobos que retozan en la noche sin fin.
Ignoran, o asì lo quieren, que el futuro de ellos y ellas, los jòvenes y viejos lobos es el mismo que el de los humanos de cualquier edad, que es la muerte.
De modo que, aferradas a un concepto erròneo de un tiempo que todos ignoran porque no lo poseen, porque el tiempo no existe, deambulan cabizbajas por su cueva vacìa, esperando el futuro universal.
Otras, tal vez las menos, saben que van envejeciendo, que forma parte del estar aùn vivas. No significa que pretendan ser aquello que ya no son, no compiten con lobas màs jòvenes. Simplemente han dejado de mirar a los costados, para mirar hacia adentro. Descubren dìas de libertad, horas de hallazgos en sus presentes que no sospechaban que podìan existir.
No necesitan refugiarse en un proyecto biològico, como podrìa ser el de tener nietos, el de verlos crecer y las ternezas que no son excluyentes con su actual vivir, pero no dejan que èsto sea su todo.
Tiene su propio ser interior, el que les permite crecer desde otro lugar diferente, creativo.
Viven o intentan vivir en un eterno ahora. No es que se vean distintas. Su envejecer es pleno en todos los sentidos.
Libres de la necesidad de aparentar, sin acumular consejos que nadie ha pedido, retozan. Retozan en el màs puro y aniñado sentido de la palabra. Disfrutan de lo que antes no disponìan: un tiempo para sì, para estar en silencio, para hacer lo que venga en ganas, con las limitaciones que puedan tener aceptadas sin resignaciòn.
Muestran su pelaje blanco sin verguenza, sin ataduras a la opiniòn ajena, la que ha dejado de existir hace rato, y esta actitud es la que las remonta a sitios que son incomprensibles para las otras. Puede ser que aparenten màs edad que la que en realidad tienen, pero en su interior hay una loba tan sedienta de amor y sangre como siempre, sòlo que se siente dueña de mostrar, èsa, su loba interna con quien le place. Hilosdepiedra.