En Cuevas Walichu, Santa Cruz, el caminante en penumbras, ausente de su sombra, sin saberlo, me prestò su imagen. Hilos de Piedra. |
Cuando salimos a ver que hay, con un lobo macho màs viejo, deberemos estar màs atentos. Con los años, los lobos y los humanos (estamos convencidos que en el comportamiento, pocas especies se parece tanto entre sì como èstos), empiezan a adoptar posturas sin notarlo, actitudes fìsicas de rendimiento, de una retirada no digna de la especie a la que se haya pertenecido. Es asì que en el humano, es comùn verle deambular, con los brazos cruzados a la espalda, como tratando de erguirse hacìa atràs, sabiendo que no es posible, ya que casi invariablemente esta actitud del cuerpo va acompañada de cierta inclinaciòn de la columna vertebral hacia adelante, encorvàndose progresivamente, y la mirada migrando sin notarlo, hacia el piso. Serìa, utilizando una comparaciòn para humanos, como si Miguel de Unamuno saliera a caminar, o los deambulares del ocaso del filòsofo. Cavilaciones invernales.
Nuestra funciòn, como lobos o humanos, levemente màs jòvenes o
màs conscientes de èsto, es advertirlo.
Frecuentemente, el lobo advertido, el lobo viejo que ha ido transformando este deambular especial en un hàbito, refunfuña, gruñe, como lo hace el humano cuando alguien pretende que contrarìe una actitud corporal arraigada, cuidadosamente cultivada.
La simple recomendaciòn no alcanza, por eso, recurrimos a una imagen, a una escena para que vaya desplegàndola y la use cuando debe corregir el hàbito de una postura que para lo ùnico que sirve es para comunicarle al cerebro: ¡Mira, cuàn provecto soy!, ¡heme aquì deambulando como lo harìa Don Miguel!.... Nada o pocas cosas hay que el cerebro acepte tan a gusto como los hàbitos, asì ahorra energìa y de paso, va menguando sus funciones por falta de exigencia. Asì que la imagen que usè fue èsta:
-Imaginate caminando por la calle principal, de tierra, de un pueblo del lejano Oeste. Enfrente, a cientocincuenta metros las puertas del Saloon, por la que en breve saldràn tres pistoleros famosos que van a enfrentarte, vos ya sabès eso.
Ahora, sentì, tus dos Colt 45, sujetas a tus muslos, las cartucheras rozando apenas tus flancos. Sin darte cuenta te erguìs, los brazos se balancean sueltos a cada lado de tu cadera, las manos levemente arquedas lista para iniciar el desenfunde lògico. De paso, recreà un cosquilleo que recorra sutilmente tus testìculos, que vaya por las ingles y contornee la cara interna de los muslos, contoneà un poco, apenas, las caderas. Eso va para las chicas del saloon, que seguro te ven acercarte por la ventana. Nunca se sabe. La espalda màs erguida, la vista al frente, sin mirar el suelo, como venìas recièn en la piel de Don Miguel, casi sin parpadear, consciente de una respiraciòn lenta y tranquila, balanceando apenas los brazos, asì, asì, concentrate en el ardor en los testìculos. Pronto vas a demostrar què podès hacer con ellos, en todo sentido.
Èsto serìa una imagen de una variante de la llamada "marcha de poder".
Cada uno de los lobos viejos, puede "fabricar" en su mente, aquella escena que sabe que le harà caminar erguido, digno, sin arrogancia. Fiel todavìa, mientras la tenga, a lo que devuelva el reflejo de su sombra, repito, mientras la tenga. Hilosdepiedra.
-Imaginate caminando por la calle principal, de tierra, de un pueblo del lejano Oeste. Enfrente, a cientocincuenta metros las puertas del Saloon, por la que en breve saldràn tres pistoleros famosos que van a enfrentarte, vos ya sabès eso.
Ahora, sentì, tus dos Colt 45, sujetas a tus muslos, las cartucheras rozando apenas tus flancos. Sin darte cuenta te erguìs, los brazos se balancean sueltos a cada lado de tu cadera, las manos levemente arquedas lista para iniciar el desenfunde lògico. De paso, recreà un cosquilleo que recorra sutilmente tus testìculos, que vaya por las ingles y contornee la cara interna de los muslos, contoneà un poco, apenas, las caderas. Eso va para las chicas del saloon, que seguro te ven acercarte por la ventana. Nunca se sabe. La espalda màs erguida, la vista al frente, sin mirar el suelo, como venìas recièn en la piel de Don Miguel, casi sin parpadear, consciente de una respiraciòn lenta y tranquila, balanceando apenas los brazos, asì, asì, concentrate en el ardor en los testìculos. Pronto vas a demostrar què podès hacer con ellos, en todo sentido.
Èsto serìa una imagen de una variante de la llamada "marcha de poder".
Cada uno de los lobos viejos, puede "fabricar" en su mente, aquella escena que sabe que le harà caminar erguido, digno, sin arrogancia. Fiel todavìa, mientras la tenga, a lo que devuelva el reflejo de su sombra, repito, mientras la tenga. Hilosdepiedra.