Pasa el tiempo, y no has encontrado aùn tu sitio en un mundo, que cada vez, te interesa menos entender en la forma como està planteado. Al mismo tiempo, intuyes que tal vez haya un sitio, en alguna parte donde te estè reservado un asiento alrededor de un fuego, y cierto grupo de personas que sean tus hermanos, en cuanto a que estèn en tu mismo camino. Hay quienes a esto le llaman de diferente forma. Podrìa ser adecuado describirlo como vibrar en consonancia, en la misma frecuencia. Ha recibido nombres diferentes, pero aquì y ahora no nos interesan las definiciones y los conceptos, por eso, evitamos caer en ello y al mismo tiempo usar el instrumento, el sìmbolo que es la palabra que albergue el mayor poder descriptivo, mìnimo e imprescindible posible. Anclados sin quedar fijos, en el intento, hojas de un àrbol que hunde sus raìces cada vez màs profundamente, de tal manera que juntos pueden experimentar una progresiva expansiòn de su conciencia, sin arreglo a lìmite alguno, fruto de un intercambio de experiencias profundas, vitales y trascendentes que empuje a todos, como en la cresta de una ola hacia arriba, elevàndose como los bañistas en esa suerte de ola vibracional o energètica que tiene como fin una consciencia cada vez menos condicionada y la percepciòn de ser en realidad la ola misma.
Un grupo de hermanos que pueda experimentar que su realidad està conformada por cada vez menos elementos atados a creencias previas, pautas culturales establecidas, mandatos, autoridades y dogmas de diferente ìndole.
En definitiva, hallar tu asiento vacìo esperàndote entre seres libres. Hilosdepiedra.