jueves, 5 de mayo de 2016

COMER, MATAR E INMOLARSE



Para aproximarnos a la descripción de la realidad del canibalismo, hemos de hacerlo a través del conocimiento del Mito que le ha otorgado su origen.
Con excepción de aquellos pueblos que cultivaban cereales, los pueblos cultivadores de tubérculos, consideraron al hombre "actual" fruto de un asesinato primordial. 
Un ser divino, con frecuencia femenino, permite su inmolación para que los frutos puedan surgir y continuar la vida.
Esta muerte, al parecer, cambia la realidad de ese mundo hasta entonces libre del contenido dramático que toda inmolación conlleva.
Se inaugura, con esta Muerte, la imperiosa necesidad de lograr la alimentación, y esa muerte debe, paradójicamente asegurar la continuidad de la vida, a través de la sexualidad. La divinidad inmolada "convierte" así su cuerpo en alimento.
Los pueblos llamados "paleo-cultivadores" evocan periódicamente este acontecimiento mortal que inaugura la actual condición humana.
Es así que para ellos, el "verdadero pecado es el olvido" (M. Eliade). La muchacha, la Hija mítica asesinada y transformada en luna, debe permanecer tres días en silencio, luego de su menarca, en tinieblas. Si contraviene la regla y rompe el silencio de tres días (la luna permanece invisible tres días, en sus fases ), es culpable del olvido de el acontecimiento primordial. 
Tiene como función recordar cómo se inicia la condición humana.
Aquí es donde se inicia el canibalismo como rito. Todos los sacrificios animales y canibalismo tienen como finalidad recordar el asesinato primordial, la inmolación vinculada con la alimentación, la cosecha.
Una visión religiosa de la antropofagia, se abre para nuestros ojos prestos a juzgar en nuestra ignorancia "civilizada" y libresca.
Toda esa muerte es necesaria para asegurar la continuidad del mundo vegetal y la supervivencia.
"El hombre deberá matar y ser matado" (M. Eliade).
El canibalismo ha sido iniciado por Seres Divinos, situando a los hombres ante la responsabilidad de asegurar la continuidad de la Vida Vegetal, responsabilidad religiosa, si cabe.
Así, el hombre salvaje, luego de conocer el origen y en su condición de "ser caído", ya está consagrado a morir, a la sexualidad para continuar la vida y al trabajo.
Comentario acerca de "Mitos, Sueños y Misterios" de Mircea Eliade.