Según los rishis, cuando algo cambia en el mundo, es uno quien lo hace".
Nuestros sentidos, son los que nos ponen "en contacto" con aquellas cosas que existen y así pueden ser considerados como prolongaciones de nuestro cerebro, con una especialización según el sentido que se trate. Las células neuronales de la retina transmiten impulsos que aparentemente el cerebro las interpretaría como "visuales". Nuestro sentido táctil tiene receptores específicos para el calor, el frío, la presión etc. pero, de nuevo, sería el cerebro quien interpreta las señales que envían estos receptores. Esto puede homologarse con los sonidos, el gusto, etc.
Los rishis decían que todas estas "sensaciones", toda la información es interpretada por el cerebro y que por lo tanto sería "una creación" del mismo.
La realidad, para ellos, no sería sino una sumatoria, de abstracciones que aprendimos a interpretar como "real".
La narración védica de Shankara, el filósofo, pone en evidencia nuestra imperfección a partir de las evaluaciones sensoriales que hacemos, y nuestras interpretaciones en la narración de la serpiente y la soga (entradas previas).
Del mismo modo, los rishis, comparan nuestros estados de sueño y de vigilia.
Ambos, vigilia y sueños, están construidos de la misma forma: impulsos neuroeléctricos. En ambos estados experimentamos una "realidad" fuera de toda discusión.
En nuestros sueños aceptamos que todo es absolutamente real así como en la vigilia aceptamos que lo sólido es sólido y constituye la materia, aunque los que se ponen en contacto en realidad son los campos de fuerza y materia respectivos y al parecer, totalmente abstractos.
Shankara sostiene que "nuestros temores se han construido a partir de dichos equívocos".
Las cosas "sólidas" nos lo parecen porque el cerebro ha hecho que así sea. Los neutrinos atraviesan la tierra como si fuera aire.
En la meditación podemos recorrer en sentido inverso desde nuestra más sólida construcción y remontarnos a la fuente original, al verdadero origen de los sentidos, "el campo mismo de la inteligencia".
Comentario a partir de un texto de D. Chopra (La Curación Cuántica).
Hay un autor de origen Zen, que recomienda un ejercicio para meditar sobre esto. Puede hacerse con cualquier objeto que interpretemos como sólido y real. Puede ser una estatua de Buda enorme y pétrea, una montaña o un leve colibrí.
Visualizaremos el objeto que hemos seleccionado. Apreciaremos los detalles que seamos capaces. Paulatinamente y cuando el objeto pasó a ser concreto en nuestra visualización, le haremos perder los contornos e ir haciéndose transparente de modo tal que pueda comenzar a verse el cielo nuboso o no, a su través. Hasta llegar al punto que ese cielo "creado" por nosotros, se esfume dando lugar a una luz blanca, fuerte, brillante sin forma y que todo lo contenga.
Allí, si lo logramos sin esfuerzo alguno, está la fuente original de nuestras construcciones. Cuanto más sea nuestro poder de permanencia en dicho "espacio", tal vez, nos sea más sencillo aceptar como "creaciones", nuestras reacciones cotidianas, nuestras emociones que todo lo nublan, el miedo que nos atraviesa etc. que desde allí vienen "bajando" de esa fuente original, en camino inverso para adueñarse una vez más de nuestros sentidos y conformar nuestros pensamientos e interpretaciones. Hilosdepiedra.