Durante casi toda mi vida, he oído hablar de la "llave maestra", aquella que todo lo abre.
A lo largo de recorrer los mil y un caminos, puede suceder que todos ellos, sin saberlo, nos lleven, por fin a abrir la Puerta Maestra.
Todas las escuelas, corrientes de pensamiento, filósofos y Maestros, parecieran haber conformado un coro mudo, paradoja que con sus cientos de voces, un día nos hacen franquear esa, la única puerta.
Es así cuando arribamos al conocimiento. Las frases leídas una y otra vez, dejan de tener el sentido que tienen los conceptos para "ser". Cuando un concepto deja de serlo y se absorbe, se transforma en conocimiento. Absorción es integración, es pasar a ser parte de un todo y para ello es menester que se disuelva como tal previamente.
Es ese instante donde cobra sentido que Buda haya reconocido a su sucesor, sin palabra alguna. Bastó mirarle y vio su sonrisa ante la flor. En esa sonrisa había comprensión. Así ha sido la transmisión de los grandes: sin palabras.
Así también lo es la comprensión. Baste que se quiera transmitir, para que se diluya, se esfume el misterio del conocimiento.
Por ello es que los Maestros de todos los sistemas han recurrido a las metáforas, a las parábolas, a los "mondos" con el discípulo. Es a través de este recurso que la mente puede esfumarse desde el entendimiento para transformarse en una mente meditativa, en los nudillos que han de golpear la puerta correcta, en otras ocasiones, la puerta se abrirá sola.
Hilosdepiedra.