martes, 25 de agosto de 2015

EL MAR DE LOS CONCEPTOS



Desde que nacimos, en cualquier ámbito social que fuere, hemos recibido intenso y duro entrenamiento en "el arte de pensar nuestro mundo". 
Nadie concibe que no tengamos idea u opinión de todo lo que acontece. Por fuera y por dentro del mundo que nos rodea. En su vastísima extensión que incluya en lo posible, lo conocido, lo desconocido, lo por conocer y lo "por no conocer". De absolutamente todo recibimos instructivo suficiente para juzgar, opinar, sostener y demás actividades mentales. A veces desde el conocimiento que da el estudio, la especialización etc. Pero desde ese punto, irradiamos como un sol pretencioso, nuestros rayos de sabiduría, abarcándolo todo.
Y así nos ahogamos en nuestro propio mar de los conceptos. Conceptos que, está a la vista no nos sirven de mucho a la hora de apostar fuerte.
¿Qué pasaría si hoy me abstengo de opinar?,  no estaría escribiendo esto, claro está. Aunque tal vez, ésto impida empantanarme en algún pensamiento que domine, enturbie y sofoque bajo el oleaje  que él desencadene.
Porque los pensamientos, habremos advertido, no vienen solos. Por lo general vienen en avalancha, o en acúmulos, a veces en grumos que van dispersándose y dando lugar a pensamientos más pequeños que a su vez traen otros, de manera interminable. Son la causa de nuestro insomnio, en ocasiones, cuando nos sorprendamos presa de la angustia, sin poder parar nuestra propia avalancha interior. 
En un principio, aprendimos que el pensamiento salva a la humanidad y le da herramientas para sobrevivir de forma exitosa.
En nuestro ámbito más privado, es bueno ir dejando de pensar ciertas "estructuras" que ya conocemos adonde nos llevan.
Hoy elijo seleccionar lo que pienso. Elijo "pensar y no ser pensado". 
Los pensamientos de índole automática, no solo no me pertenecen sino que no fueron seleccionados. 
Si respiro cada vez que necesito "desalojar amorosamente" al pensamiento intruso, será más fácil. El cerebro ama lo fácil, lo automático. Así ahorra energía y a la mente le da oportunidad de desplegar un sinfín de pensamientos automáticos. 
Por eso hay que estar atento a aquello que suele brotar con facilidad, sin ser advertido. 
Además hoy, decido no sumar mi opinión al mar de conceptos ajenos. Dudo que haya un auditorio ávido de mis sabios pensamientos. Es más, en un tiempito, espero no recordar  qué conceptos fueron vertidos en este modesto espacio. Hilosdepiedra.