Coinciden ambas especialidades en que el homo erectus abandonó África aproximadamente hace un millón y medio de años. Ocupó otras regiones del mundo antiguo: el Hombre de Pekín, el Homo erectus de Java, descenderían de esta migración inicial. Según los genetistas Allan Wilson y Rebecca Caan, el origen del hombre moderno sería una única población de Sapiens arcaicos africanos. Otra idea la aporta el modelo de "los relojes moleculares", surge de la observación de que el ritmo de cambio genético según mutaciones puntuales, es tan regular en largos períodos que se pueden usar para datar divergencias de troncos comunes.
Este modelo es el llamado "Out of Africa" o Modelo de Eva mitocondrial. Se basa en el estudio del ADN mitocondrial y se ha aplicado para reconstruir la última etapa de la evolución del hombre moderno.
A diferencia del ADN nuclear, el ADN mitocondrial es una estructura anular y codifica solo 37 genes (el nuclear 100 000). Los genes nucleares se heredan más o menos equitativamente de padre y madre, en cambio el mitocondrial solo se transmite por el óvulo y por lo tanto solo se hereda de la madre.
Su tasa de mutación es rápida y constante brindando un reloj molecular que es más rápido y que permite fijar sucesos cercanos. Para Wilson y equipo, utilizando este reloj mitocondrial (materno), fundado en el número acumulado de mutaciones (se nos ocurre que sería una forma similar a los anillos de crecimiento vegetal), fue más útil que analizar los cambios de frecuencia genéticas. Así construyeron un árbol genealógico con mayor diferenciación en África, lo que les permitió inferir que en este continente, el ADN mitocondrial habría evolucionado durante un período mayor y que se podría seguir la pista hasta encontrar una mujer africana ancestral.
En Nueva Guinea y Australia, estimaron que las poblaciones se fundaron hace aproximadamente 50 000 y 60 000 años respectivamente y al comprobar la cantidad de evolución que se operó en ellas (utilizando el modelo de ADN mitocondrial), ésta fue un tercio de la cantidad operada en la humanidad. Por ello, dedujeron que "Eva" vivió el triple de ese tiempo: entre 150 000 y 180 000 años (Wilson y Caan).