martes, 6 de febrero de 2018

A SOÑAR CON BRAHMA


Habìa soñado toda su vida. Como todos. Sus sueños a veces, eran tan absolutamente reales que daba miedo. Habìa soñado lo mismo de chica, siempre lo mismo: Un perro ovejero alemàn que le mordìa el brazo, sin dolor, sin lastimarla, pero que le impedìa seguir caminando al lado de su madre que se alejaba, sorda a sus gritos. 
Con su madre y una tìa separada de ellas por barcas blancas, fondeadas en un muelle invisible y no la veìan ni la escuchaban y ella sabìa que era muy chica. Festival freudiano.
Con el tiempo, fue teniendo sueños premonitorios: La muerte de su padre, cayèndose por la escalera de su casa. La de un magistrado de la Naciòn, abocado a una investigaciòn de importantes consecuencias, "La Investigaciòn", soñò que era asesinado, apenas  el dìa anterior al hecho, aùn sin resolverse. Eso le provocò cierta culpa. Pero, ¿què podìa haber hecho?. ¿Avisarle que iban a matarlo?. ¿Debiò haberle dado entidad, habida cuenta de lo de su padre?. A los quince habìa soñado que su padre se caìa y morìa. En secreto, sintiò alivio. No se llevaba nada bien con el viejo. Tenìa treinta cuando se enterò que habìa caìdo, y por las dudas, escribimos que sabemos que residìa en ese entonces a 800 km de la capital. Sòlo por las dudas.
El dìa que naciò su primer hijo, iba huyendo en un auto por los emiratos àrabes,  justo despuès de esconder un rifle debajo de los almohadones de un sillòn, a los que acomodò  para que el arma no se notara, se despertò  sintiendo algo caliente entre sus muslos. Se habìa roto la bolsa y el sueño.
Y siguieron sus sueños de viajes, interminables, tan asombrosamente concretos, llenos de ruidos, colores, personas desconocidas que los poblaban, que llevò el tema hasta la consulta con su psiquiatra. Èste le restò  importancia, rotundo, pese a la abrumadora simbologìa que tenìan algunos. Habìa adquirido cierta experiencia para interpretarlos y no por eso abandonaba el asombro toda cada vez que le era permitido acceder a la secuencia, los aconteceres, los curiosos escenarios, desde la Boca, Boston, Latinoamèrica indefinida, la conferencia de un chamàn en Tijuana etc. A veces habìa estado en esos lugares, y volvìa, sabiendo que era su segunda visita, otras, tanto el lugar como los personajes le eran desconocidos. Hasta ella adquirìa diferentes apariencias, a veces joven, a veces delgada, a veces exuberante, a veces totalmente invisible, sòlo un testigo, cuando  tres jòvenes que parecìan hombres, altìsimos y delgados la guiaban y ella pensaba que eran àngeles, otras un oso polar precedido de un oso color canela y que habia sido un panda.
El psiquiatra le decìa que el tiempo y el espacio se funden, desaparecen. A veces volvìa a su antiguo trabajo, con enormes cantidades de pendientes, o al colegio, con exàmenes para los que no habìa estudiado.
Y, como no, como otras mujeres, soñaba con ex amantes, o proyectos frustros de ello, esos eran asiduos visitantes u hombres detestados, aunque no tanto, segùn se enterò soñando, al final, eran los mejores. Sin dudas, sus màs secretos sueños que ni al psiquiatra contaba. Si èl preferìa no saber, mejor que mejor. Ademàs, el significado estaba a la vista.
Cuando leyò que cierta corriente filosòfìca sostiene que el hombre es soñado por Brahma y que de allì obtiene su existencia,  tuvo cierta alegrìa. Es cuestiòn de coincidir, se dijo, "tal vez, si Brahma sueña conmigo, un dìa nos crucemos". Es cuestiòn de proponèrselo. Hilosdepiedra.