A veces, la entrega a lo que sea que pase, es una flexibilidad interna que es una forma sana de protecciòn. Protegerse, al decir de Don Juan no es defenderse. En mi entender, la diferencia, sutil a veces es o puede ser la capacidad de reagruparse desde el equilibrio, desde adentro, cuando uno se ha sabido proteger. Defenderse es tensiòn, plegamiento, pendiente de lo externo y lo que suceda sin la participaciòn interna de uno. Eso implica, la tarea posterior de reagruparse y equilibrarse. Ambos estàn presentes durante el proceso de protecciòn, no hay que salir a buscarlos despuès de emplear la defensa, como animales que han huido por un incendio.
Hasta ahí, lo de esta mañana, surgido de vaya a saberse dónde.
Ayer pude ver, en la playa de estacionamiento del súper, un edificio que tenía un tanque de agua parcialmente cubierto por una enredadera. Ahí tenés al sufrimiento, me dije. Adherido como esa "enamorada del muro", ganando terreno, cuando nos comportamos como el tanque de agua.
Dejamos que vaya apoderándose hasta el menor de nuestros resquicios. Eso no es entregarse, eso es defenderse. Resistiendo, rígidos, y al final, como el tanque de agua cubiertos por la enredadera, veremos cómo se resquebrajan nuestras, las que creíamos sólidas, paredes.
Entregarse no es resignarse. Hoy uno puede definir por los opuestos o la negación. qué no es.
La resignación tiene que ver con el apabullamiento por el dolor y quebrada ya hasta la resistencia. Para eso es la resistencia: para ser quebrada, fracturada, arrastrándonos como la pared del tanque cuando no pueda soportar el peso de la dichosa enredadera del ejemplo.
Entregarse es estar consciente, atento a cómo va creciendo la enredadera. Cuando podemos dejar de vernos como "el tanque de agua". Cuando podamos ver, el avance de la enredadera sobre nada. Sin un "nosotros" debajo de ella. No seremos depositarios de su peso. Sólo vemos cómo crece, se extiende, hay días que detendrá su ritmo. Nadie habrá, sólo el ritmo de aparición, cese, o un nivel sostenido, un ruido de fondo, si tenemos la suerte de advertirlo.