Se nos ocurre que en nuestro progresivo contacto con el mundo a través de los sentidos (sensores), uno va aprendiendo a darle forma a ese mundo, significado e interpretación desde su temprano inicio, según las instrucciones de los que nos han precedido. No nos interesa la cronología a lo largo de la cual van apareciendo las diferentes funciones que nos permitirán conformar un equilibrado y socialmente aceptable contacto y adaptación obediente al llamado medio socioambiental. Tampoco proponemos, ni desestimamos lo opuesto. Eso queda en uno.
Sin embargo, y sólo a los fines de esbozar una línea de largada, parece haber sido indispensable, una identidad basada en una individualidad a la que denominamos "yo", el cual según los expertos, se habría desarrollado con la urgencia que impuso la supervivencia. Así, nos distinguimos de los otros, amigos y no-amigos. Entraron en juego un montón de recursos para ello, proporcionados por más y más funciones cerebrales que iban surgiendo y que nos evitaban, aparentemente, una pronta extinción, como un prototipo más. La adaptabilidad parece ser una de las características más valiosas que surgió de la mano de nuestra reciente área prefrontal y todas sus admirables y complejas propiedades.
Sin la aparición del lenguaje, y sus atributos, no hubiésemos dominado muchas áreas vedadas a otras especies, entre ellas la capacidad de captar lo abstracto.
Como todo ser dotado de estas propiedades que se precie, capaz de dirigir sus actos con una intención, apoyarlos sobre un lenguaje cuyas señales iban destinadas hacia el otro, y hacia un si mismo, íbamos a utilizar otras referencias "externas" sin las cuales, no nos parece que podríamos haber llegado a funcionar en el mundo que así habíamos "creado". Esas referencias insoslayables fueron el espacio/ tiempo. Vale decir, el escenario, o lugar y el momento en que habríamos de ejercer las funciones almacenadas en nuestro cerebro como la memoria, por ejemplo.
Sin ese par de coordenadas, el "yo" con el que nos habíamos identificado, se hubiese perdido. No tendríamos noción de un dónde ni un cuándo. De modo que no habría preguntas al respecto y menos respuestas.
El gran tema surge, o uno de los grandes temas surge, cuando empezamos a preguntarnos un "para qué". Su contracara es "La Verdad", tema que por razones de extensión no es adecuado en esta entrada.
Nos parece, con toda humildad, que si no hubiese surgido esta temible pregunta, todo nos habría parecido más fácil.
Nos diferenciamos del resto del reino animal, tal vez, y hasta ahora parece no haber indicios en contrario, en que somos los únicos animales que se hacen preguntas que de antemano saben que no saben la respuesta. No solamente no saben, sino que intuyen, que jamás lo sabrán. No obstante eso, seguimos en la búsqueda de una respuesta que nos diera sosiego. De allí a colocar las respuestas en seres poderosos y la creación de las religiones y sus míticos y comunes orígenes, a muchos les ha brindado una salida a una colectora en la que ya todo parece estar en manos de un Gran Contestador que Todo lo Sabe y que Tiene un Propósito que tarde o temprano se manifestará o ya lo hizo y nada hay que temer. Todo no es más que un Gran Plan y como niños, nos abandonamos a su cuidado, protección y determinación de fines y propósitos para cada uno. Dando por hecho que es lo que más nos conviene, ya que, como niños que somos, no entenderíamos sus temibles manifestaciones y el profundo sufrimiento en que nos vemos sumergidos. Así que, no preguntemos.
La entrada en un mundo, por así decirle, sin ideas, (propósitos), sin referencias, sin ningún Gran Contestador, nos sitúa en el no-lugar/no-tiempo y lo que es más apasionante en un no-yo. Contrariamente a lo que se piensa, no hay desidentidad, despersonalización, aniquilación yoica o como quieran denominarla los expertos. Sólo hay que probar. Pusimos "entrar" a un mundo porque al principio, hace falta hasta la palabra indicadora de cierta ubicación, una flecha mental para no asustar a los desprevenidos. Tampoco es una audaz propuesta a retornar a la etapa del gateo o al presuntamente seguro vientre materno.
Para los otros, los que han "traspuesto" esa entrada, no es necesario ser tan explícito, ni tan complaciente. Saben que des-acondicionarse, no es cosa de un minuto. Poner en suspenso las creencias y frizar las opiniones por un rato, es un logro.
Saben que cuando lo logran, cuando se desprenden de la idea detrás de cada acto vital voluntario, ya están donde siempre han estado. Sólo que no sabían, ocupados sobreviviendo.
Pensar que todo surgió estando con una mente sin idea, sin noción de un "yo", sin un tiempo/lugar y brotó la imagen de un triángulo (tres vértices de apoyo, conformarían un trípode), nos ocupamos que como un buen trípode, debía haber "un alguien" que maneje todas sus posibilidades, lo que sucede cuando nos limitamos a ser un trípode, nos pasa ésto. La descripción de las diferentes propiedades y funciones, lenguaje incluido, son sólo "aplicaciones" inherentes a nuestro trípode. A partir de allí ya el Blog se escribió solo. Hilosdepiedra.