Esta frase que es usada en el cuento La Tigra de Horacio Convertini, para "unir" la historia de dos mujeres (ya hemos hecho un comentario al respecto), puede aplicarse a cualquier otra situación en la que el protagonista reconoce en el otro a "un sí mismo", un "alter ego".
Se nos ocurre, que esta frase podría decirla Lisbeth Salander, la protagonista de la Trilogía Millenium de Stieg Larsson, si se hubiera enterado de la existencia de Aomame, la protagonista de 1Q84, otra trilogía de Haruki Murakami.
Millenium fue publicada en 2005 y 1Q84 en 2009, de modo que le reconocemos a Salander el ser quién pronuncie la frase.
Salander y Aomame (una variedad de soja), Dos Chicas en los treinta o rondándolos.
El ambiente que rodeó ambas infancias fue de una violencia y sordidez extremas.
Las dos, fueron creciendo en soledad y a la sombra de sus pesadas historias.
Aomame, huyó de su casa y de su familia a los diez años.
Salander huyó luego de prender fuego a su padre intentando defender a su madre de la violencia de éste.
Aomame escapó de la secta religiosa donde nació y creció.
Su infancia estuvo insertada en un marco de control, fanatismo, sometimiento e intolerancia, cultivados por la secta que convirtió su niñez,en un verdadero infierno.
Jamás pudo integrarse a su comunidad estudiantil, fue segregada por sus compañeros por ser "rara". No poseyó nada que fuera propio, como dictaban las reglas, ni juguetes, ni ropa. Esta, era la que le correspondía cuando el anterior "usuario" había crecido demasiado, por lo que era difícil que combinara la verdad de su cuerpo con el talle y mucho menos los colores, siendo motivo de burla por parte de sus compañeros. Aclaramos que su familia no tenía problemas de falta de dinero.
Salander, por su parte, luego de ser recluida su madre en una Institución Psiquiátrica, fue internada en una sucesión de Institutos. Violada por el Supervisor Legal, desarrolló cuadros de violencia y fue sometida a peritajes psiquiátricos, donde le fue detectado el síndrome de Asperger, (especie de autismo, en el que la persona afectada, entre otras cosas, tiene dificultades para interactuar con los demás, preservando sus funciones intelectivas), y alojada en pabellones especiales, donde continuó siendo violada por el mismo personaje.
Ambas logran emerger al mundo, siendo poseedoras de artes y facultades "especiales".
Salander se descubre como una "hacker" de extraordinario talento así como en la lucha cuerpo a cuerpo en la que se entrena .
Esto, le permite sobrevivir en el ambiente violento en el que se desarrolla su existencia.
Aomame, por su parte, se entrena en Artes Marciales, da clases en un Gimnasio, y, por una circunstancia que omitimos deliberadamente, dedica parte de su tiempo libre a matar hombres que abusaron de mujeres, con un picahielos. Empezó por cuenta propia el primero y continuó luego, por encargo de una misteriosa anciana.
Salander tiene una relación lésbica con otra chica la que aparecerá esporádicamente a lo largo de la historia. Por lo demás, rehúye tener sexo con hombres.
Aomame, desarrolla una relación lésbica con una chica que fue "especial" y a la que consideró su única amiga.
Asimismo, disfruta de sexo ocasional con hombres a los que aborda en bares de solos y solas, y que puede o no, ser compartido con otra chica o pareja. Todo sin compromiso, sin nombres, sin detalle de oficio, solo sexo, se cuida de aclarar.
Ellas han diseñado un mundo exterior, que como un refugio, o un corredor, en el que se permiten vivir cada día, al margen de la mirada del otro, va desplegándose y es encarnado en ambos casos, en la forma de la vivienda que habitan circunstancialmente. No importa si es rentado o propio. A ese hogar, llega cada una por la noche en diferentes estados, herida, ebria, con hambre, agotada, como una guarida.
Allí, Salander y Aomame, encuentran en la soledad más estricta, el espacio ideal para recuperarse, para entrenarse,o como en el caso de Aomame, practicar el suicidio con un tiro en la boca, por si la atrapan.
Ambas a salvo, gracias a sus habilidades para camuflarse, protegiéndose, de sus muchos enemigos. Enemigos que no dudarían en hacerlas desaparecer, luego de torturarlas a ambas.
A pesar de todo, las dos deberán huir.
Recurrirán a otro nombre, incluso a otro rostro, como en el caso de Aomame.
Salander buscará refugio fuera del país.
Todo para empezar otra vez.
Para ellas, no habrá problemas de dinero.
Salander lo obtendrá en grandes cantidades gracias a sus dotes informáticas, por cuenta de empresas deudoras y turbias.
Aomame, por cuenta de la anciana que la emplea para matar.
Ninguna puede entablar con nadie, un diálogo sincero. Sus historias son demasiado dolororsas. Su peso las abruma, y a esto hay que sumarle el peso de lo cotidiano: Salander mata por necesidad de preservarse, y se esconde también del control del supervisor a quien ha "aleccionado" con una sesión de tortura y una de extorsión, cuya lectura nos regocijó, justo es reconocerlo.
Sin embargo, a pesar del dinero o de un rostro nuevo, ¿Cómo evitar que aparezcan los fantasmas? ¿Cómo esconderse del pasado que como el petróleo derramado en el mar, se esparce y contamina las aguas en las que ambas pretenden nadar tranquilas?
De la misma madera, producto de la sordidez y la violencia, del aislamiento y del abuso.
Va a ser difícil que ambos peces encuentren aguas tranquilas y limpias....
Hilosdepiedra.