HOMBRE EN LA OSCURIDAD |
Si en verdad, alguien piensa que necesita la respuesta escondida en esta metáfora, que no siga leyendo, acá no hay ninguna instrucción de cómo sacudirse al loro del hombro.
No he vivido, que yo sepa, en otra época diferente a la que vivo, así que no sé si antes las personas necesitaban tanta orientación sobre todas las cuestiones de la vida. Desde lo cotidiano hasta lo más profundo. Todo lo que se le ocurra a uno tiene su "persona que orienta". No es que no se necesiten expertos, pero no hay objeto, pensamiento, convicción, vínculo etc. que no cuente con numerosos tutoriales, opinadores, expertos y encuestadores Así que lo más común es leer, cómo...y a continuación el Gurú que sabe más que uno, siempre, está ahí, dispuesto a orientarnos, para ayudarnos a conseguir el logro, para concretar el deseo, para pautar nuestra vida hora por hora, cuestión de sacar el máximo provecho posible.
Este mundo se ha transformado en un sitio más inseguro que la selva de Sherwood. Nadie es capaz de transitar su vida sin tener su terapeuta, su acompañante emocional, su coacher, su entrenador personal, su experto encaramado en la cabecera de la cama que guía sus pasos vacilantes, aún antes que suene el despertador. Es como un retorno a la infancia eterna. Antes de llegar a la ducha, habremos recibido algún instructivo de cómo iniciar una jornada positiva, con actitud, una rutina de rápidos ejercicios, una combinación de desayuno, asanas y meditación.
Imaginamos (por lo de no haber vivido antes, del comienzo), que esto viene de lo más oscuro de nuestras incertidumbres, así los emperadores tenían augures, otros funcionarios, sus brujos, sus videntes, su interpretador de señales y vísceras, ya más acá, asesores de imagen con vestuario, de gestos, discursos y una larga lista de guías varias, lugares que es obligatorio visitar, frecuentar, dependiendo del objetivo a lograr.
Así hemos ido resignando nuestra responsabilidad a los brujos modernos hemos ido cediendo terreno, dejando en manos ajenas nuestras decisiones personales, nuestra creatividad, evitando atravesar las peores emociones, huyendo de nuestras oscuridades, sin valor para el insomnio, sin coraje para el tormento del remordimiento, ya que contamos con la palabra, el argumenta que mágicamente nos rescatará de un sitio tan espantoso que no queremos verlo a menos que sea a través de alguna serie televisiva. Si todo esto falla, a mano tenemos los químicos, terreno que no disputaremos. No somos quienes para desalentar un recurso que puede aliviar ciertas patologías específicas.
No me imagino aconsejando a nadie sobre nada. Tal vez la cumbre donde se sitúa el experto, es vulnerable. Esa cumbre empezará a temblar cuando su universo personal sea sacudido por cualquier evento y se derrumbe. Se verá reducido a parecerse a uno más de sus angustiados consultantes/clientes. Puede ser que por su misma condición de experto "en vida", en el arte de "ser feliz", tendrá recursos que sí nos muestre que está mejor pertrechado para afrontar, para ser un resiliente, que hará que pensemos: "en verdad domina el arte del sufrimiento, del dolor, del miedo, de la ansiedad" o de lo que sea.
Tal vez sea un prejuicio de nuestra parte. Nos sentimos capaces de darnos cuenta. Sin necesidad de recurrir a un curso de "cómo reconocer nuestros errores, aprendiendo en el proceso". HILOSDEPIEDRA