Antes de abrir la puerta (la mente), observarla. ¿Podremos decidir, abrir y aceptar el regalo de un mono (el pensamiento), o ignorar el insistente sonido del timbre?.
Tarea no fácil, resistir la curiosidad. Deberemos saber, porque siempre terminamos abriendo la puerta, que ese mono, no viene solo.
Acude con otros miles de monos que van acompañándole. Monos que a veces están alineados y aparecen uno después de otro. No permiten que uno cierre la puerta. Alguno de ellos, el más fuerte, pone su pie y la traba, manteniéndola abierta y dejando entrar al resto. Otras veces, irrumpen en tropel. Inútil imponerles orden. Ese será su triunfo: que uno persiga un mono hasta el agotamiento. Los demás, harán de las suyas. Muchos elegirán trepar o bajar al sótano o a la bohardilla (el sub o el inconsciente), y se esconderán en silencio. Desde allí operarán sigilosamente, poniendo en fuga a la serenidad, a la ecuanimidad.
Podría seguir así hasta el infinito, describiendo la actividad del mono. Sólo seguiría estando a su servicio. Hilosdepiedra.