Cada uno responde a un paisaje interno. Si no ¿porquè cada uno "vibra" al ritmo de algo determinado?, para unos serà la playa, los atardeceres, esto agrega un tiempo al lugar y en general se dice que no hay lugar (espacio) sin un tiempo, allì anclado. Lo que sea, para otros las planicies interminables, los mares inacabados, los anocheceres y los vientos, la lluvia y los tejados de lata, las montañas y las nubes de polvo, la nieve y la bruma, lista interminable.
Eso serà tal vez lo que empuje a volver a cada uno a ese, su sitio, su espacio, su tiempo. Ya sabemos que aunque se repita la rutina del lugar y del tiempo, jamàs van a ser iguales. Por eso, algunos dicen: no retornes al sitio donde has sido feliz.
Eso uno lo sabe desde los quince años. Y cuando hizo la prueba, la de retornar a ese lugar màgico, con el atractivo misterioso, no fue lo mismo. Acà hubo sitio para decepciones, lo que nos parecìa inmenso ya no lo es tanto, lo que nos enmudeciò el adentro ya habìa perdido su toque. La casa de la infancia ya no es igual, el bosque tan oscuro, està medio ajado, la playa tan anchurosa, se adelgazò de golpe y se llenò de gente que vende otras cosas, que no son helados, son bikinis y pareos. El barrio que antes quedaba en el arenal, cerca de la ruta y que tenìa una callecita de arena que pasaba por el rancho donde habìa una llama atada, con las montañas de fondo, quedò incluido en el plano urbano. Rancho y llama se evaporaron. Como si las brujas de los llanos, se hubieran puesto a ello. ¡Què desilusiòn!
Igual volvemos, igual repasamos los sitios de acà y de afuera y aceptamos que, como las galletitas de la infancia, ya no sean lo mismo. ¡Nada que ver!. Hilosdepiedra.