miércoles, 6 de abril de 2016

NUESTRO CHOQUE PERSONAL



Tengo que aclarar que por la mañana, hago dos sesiones de meditación: una breve muy temprano de escasos minutos, habitualmente menos de cinco y a media mañana una de treinta minutos. A la  sesión vespertina le dedico otros treinta minutos  y si esto no fuera posible, intento a media tarde. Esto es algo muy personal y que después de años de práctica voy flexibilizando acorde a la situación de cada día.
Esta descripción, trata de explicar lo que he observado en aquellos momentos fugaces de "visión profunda" que surgen, en las primeras horas de la mañana. Allí donde no hay preparación previa, ni de sentarse ni de "psicológicamente" disponer la mente para la quietud, ni nada en absoluto.
En esos minutos hay apenas concentración (Samatha), pero sólo con eso, suelen brotar "comprensiones globales" a partir de algún disparador cotidiano, una reflexión, una noticia, un pensamiento de otro etc. 
El único requisito, en mi caso es, unos minutos de soledad, permanecer conmigo, suspendido todo el accionar habitual de la mente, todo lo relacionado con planes o actividades que tenga para después. Sería un "ahora absoluto", sin referencia a presente, como se entiende habitualmente, sino al ahora de ese momento "meditativamente" hablando. 
Aclaro antes de seguir lo de "presente": ese término, a los fines de la meditación no sirve para mucho, en realidad es un obstáculo ya que hace referencia a un "concepto" que es el tiempo y a una "cosa" que puede ser medida. Sabemos que todo eso pertenece al campo de las fabricaciones del ser humano y que por lo tanto no tienen cabida en el "espacio" y en el "tiempo" destinados a la meditación.
Entre comillas ya que somos conscientes que son conceptos que sólo tienen la función de ubicarnos, de situarnos en un entorno "físico" y autorreferencial y nada más lejos de la meditación que tenernos como protagonistas en un tiempo y en un lugar. Eso debemos dejarlo de lado si queremos acceder a la meditación en sí. 
Por eso, hablamos de prescindir de toda referencia de tiempo, espacio, hechos, situaciones, planes, proyectos y menos si nos tienen como protagonistas cuando encaramos la meditación de los breves minutos.
Así es que llegados a este punto y luego de las explicaciones previas, e inevitables, mencionaré, nuevamente, que en la meditación de los breves minutos surgió la "no utilidad" de separar el afuera y el adentro cuando apreciamos determinada situación.
En definitiva la situación que llamamos "externa", por ejemplo, presenciar un choque de autos, va a terminar en nanosegundos siendo el producto de miles y millones de circuitos neuronales "internos" en acción, de los cuales las experiencias previas son un ingrediente fundamental, los recuerdos instantáneos que despiertan al revivir de modo inconsciente, algún choque previo que podamos haber experimentado, las emociones relacionadas, cómo atravesamos ese momento, cómo se procesó ese episodio al pasar a integrar el cúmulo de recuerdos, en resumen, en qué "lugar" lo ubicamos en la interpretación que hicimos luego de él y un montón de otras variables. Esto ya va perfilando que según cada uno de nosotros sea testigo del hipotético choque planteado más arriba, verá, percibirá un choque diferente para cada.
Por eso, nada menos fiable que nuestras percepciones, a las que debemos darle el relativo valor que tienen .Eso no nos transforma en incapaces o en zombies, nos transformará en seres conscientes de sus limitaciones, de lo variable de sus percepciones, de lo subjetivo que tienen sus interpretaciones a la luz de la biografía de cada uno, de la fragilidad de la memoria y sus particulares ediciones, de la volatilidad de su atención etc. a la hora de reconstruir un hecho.
Consideraremos, en este conjunto de variables, el estado de ánimo con que observamos "lo externo". No es la misma observación cuando acabamos de abandonar a nuestra pareja en el lecho armoniosa y amorosamente a lo que podamos percibir si acaban de despedirnos del trabajo.
Estas obviedades, sin embargo, no son tenidas en cuenta cuando enarbolamos nuestras ideas y opiniones sobre lo visto y oído, a las que nos apegamos y aferramos con uñas y dientes.
La meditación parte de otra "situación". Parte de una observación interna o externa (sigamos con la conveniente discriminación por ahora), careciendo de cualquier idea, percepción o recuerdo. Será fugaz la observación en esta circunstancia, es verdad. Aunque si logramos mantener la atención en el trabajo que hace la mente mientras asocia, recuerda, percibe, analiza etc. será ésta la mejor opción para una observación sin interferencias, sin un adentro y sin un afuera, aunque dure, lo que la meditación de breves minutos. Hilosdepiedra.